Adicta

Humillación, una vez más acudo a tí,

no queda otro remedio cuando el deseo es mas fuerte que el propio orgullo.

De todos modos... ¿que importa?

Ya estoy condenada.

Lo se, debí haber esperado, pero mi alma es impaciente, nunca tuvo la capacidad de resistir el paso del tiempo, mi ansiedad iba en aumento y es reacia a dejarse controlar.

Ansiaba verlo... ¡tenía que verlo!

¿Es preciso explicarlo?

Es una necesidad irracional, carente de lógica, pero vital...

Sí, vital. Mi cuerpo no toleraba la distancia que nos separaba...

¿Acaso es tan difícil de entender?

De cualquier manera me estoy adelantando a los hechos (yo y mi maldita impaciencia).

Divago y deambulo en mi mente buscando una razón coherente para esto... ¿pero cómo encontrar un motivo válido cuando todo fue creado en un absurdo delirio?

Estúpida paradoja, basta de laberintos.

YO accedí a mi propia necesidad degradante, aún sabiendo las consecuencias...

Amor...

Te busqué, te rogué y supliqué por un encuentro, por una despedida... (¿sospechabas que sería definitiva?).

Mi adorado ángel, perverso y cruel, pero hermoso ante mis ojos... ¿Acaso fui tan sofocante en nuestro tiempo?

Lo lamento, quizás pude haberlo evitado... ¿De que hablo?

Es demasiado tarde para arrepentimientos.

Mi príncipe malvado, mi amante, mi mentor...

Acudiste por fin a mi llamado.

La noche nos ofrecía ese halo misterioso y seductor, y traía consigo las tentaciones irresistibles del pasado.

La atracción de nuestros cuerpos fue mutua e inevitable, y si pudiste, no quisiste impedirlo...

Placer... tus manos, mi piel... Lujuria.

Remordimientos ausentes, ensueños perversos.

¿Desenfreno es sinónimo de libertad?

Imposible, estoy cautiva. Soy tu esclava, una adicta incurable, sos mi droga, mi sustento... el único vicio que me castiga, me alimenta, me lastima, se apodera de mi ser y, sin embargo, no deseo abandonarlo.

Dulce embriaguez... este éxtasis maravilloso e inefable es todo lo que necesito para subsistir.